No es un país pobre, pero sí un país con muchos pobres: casi el 30 % de la población sufre necesidades en Brasil. También es uno de los países más desiguales del mundo: durante mucho tiempo se confió solamente en el crecimiento como arma contra la desigualdad, descuidando las políticas de redistribución.
Marginación social
Al menos 1/3 de los habitantes se encuentran en situación de marginación total: no percibe siquiera el salario mínimo, ni tiene acceso a servicios educativos o de salud; más aún unos 30 millones de personas "no existen" oficialmente, es decir, carecen de cualquier tipo de documentación. Viven en un grado de marginación mayor que en cualquier otro país latinoamericano, con economías de subsistencia que colapsan periódicamente ante fenómenos naturales tales como sequías o inundaciones.
Discriminación social
La tolerancia social hacia la “raza negra” no está todavía enraizada plenamente en todos los sectores de la vida brasileña. Las oportunidades raciales en Brasil están mal distribuidas aun hoy en día, de momento que la población blanca tiene una mayor ventaja y aceptación con respecto a las posibilidades de trabajo.
Las características físicas de este grupo hacen que la población de estas regiones sea discriminada en varios sectores de la sociedad. En primer lugar, la educación y la salud son lujos que muchas veces no son garantizados a esta parte de la población. Además, los jóvenes, las mujeres y los niños negros son las clases que más sufren por esta situación de discriminación.
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